Yo, Daniel Blake

Hoy os vengo a hablar sobre una película que recomiendo, "Yo, Daniel Blake", dirigida por Ken Loach, quien realiza una crítica social sobre la cruda realidad de los modelos de intervención que están vigentes en la actualidad.

Daniel, es un carpintero de 59 años, quien se vio obligado a dejar su puesto de trabajo tras recibir la baja médica por sufrir un infarto. Tras esta incapacidad, trata un sinfín de veces que la Administración se la reconozca, pero esto no ocurre. No se rinde, mantiene la esperanza, pero, mientras espera a que esto suceda, se ve envuelto en una red infinita de injusticia democrática, como por ejemplo, encontrarse ante un ordenador que no entiende para rellenar de manera online la solicitud del subsidio, que la Administración le cuelgue el teléfono en reiteradas ocasiones, también tiene la obligación de buscar trabajo y verificar de alguna manera esa búsqueda activa, etc... Pero, todo esto en vano, ante los ojos del sistema, él es apto para trabajar.

La película refleja la burocratización del sistema, tan colectivizado…,y tan justo de recursos, que resulta inviable atender las necesidades de cientos de personas de manera individualizada. A esto le añadimos el poco tacto de las personas responsables de atender, que parecen tener la sangre helada, no sé si por la presión de los cargos más altos, o por la falta de sensibilidad tras haber visto tantas historias dolorosas. Falta personal, faltan recursos, falta información, falta accesibilidad, falta contacto, cara a cara… Lo único que importa es la agilidad del proceso.

La cruda y dura realidad que se muestra en la película es algo que está a la orden del día, pero que pocas personas ven o quieren ver. Pensamos que estas cosas solo le suceden a ciertas personas, que estamos exentos de ello, creamos una utopía, idealizamos la vida, olvidamos a los que sufren, evitamos dirigir la mirada hacia el que pide en la calle, en la puerta del súper, nos lavamos la consciencia dejando un kilo de garbanzos en el cole de los hijos, vemos noticias en la televisión mientras comemos sobre personas, recalco, PERSONAS, que llegan en pateras, y las que no, que se han quedado en el camino, que no vemos, esto nos conmueve lo que dura la noticia, se acaba, y, borrón y cuenta nueva, esto no ha pasado. No sé si esto se debe a un método de autodefensa de los seres humanos, borrón de situaciones no tan agradables, o es que somos tan indiferentes, tan insensibles…que nos da exactamente igual. He de decir, que parece que los telediarios fomentan que esto ocurra, te ponen estas imágenes tan duras durante un par de minutos, y la siguiente noticia es sobre…sobre… algo socialmente aceptado, como por ejemplo… “las nuevas palabras añadidas al diccionario son…”.

Esta película, me parece una gran herramienta que sirve al espectador (y a nosotros como educadores sociales) para hacer una aproximación al conocimiento del sistema, del funcionamiento de este, de las distintas alternativas que existen, de la importancia de ofrecer un trato cercano (pero con distancia emocional), y de los factores, que como ya he dicho, influyen a la hora de encontrar un empleo, entre otras muchas cosas.


Por último, dejo el siguiente vídeo, sobre la denuncia social que el director, Ken Loach, trata de desarrollar en su película.

Alquileres más caros que las ayudas, esa asquerosa limpieza social, contribución necesaria para obtener unos beneficios insignificantes, deprimentes... ¿Qué más? ¿Qué más se necesita para que te brinden tus correspondientes derechos? ¿Para que dejen de tomarte el pelo? ¿Por qué nos creemos todo lo que nos cuentan? Lo que nos interesa claro... Nos negamos a nosotros mismos la existencia de esta realidad, dibujamos un mundo precioso justo antes de quedarnos dormidos, nuevas promesas, nuevos propósitos que nunca cumplimos.

Película completa: https://www.youtube.com/watch?v=0Oy-fxrXfS0




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